“¡ESPEREMOS QUEDARNOS CON LO POSITIVO DE ESTA CRISIS!”

Posted: abril 9th, 2020 | Author: | Filed under: General | Tags: , , | Comentarios desactivados en “¡ESPEREMOS QUEDARNOS CON LO POSITIVO DE ESTA CRISIS!”

Para el filósofo alemán Anselm Jappe, la crisis sanitaria es una prueba más de la fragilidad de nuestras sociedades capitalistas e industriales. ¿Caeremos de nuevo en las trampas del consumismo tan pronto como termine la crisis o, por el contrario, sabremos aprovechar esta toma de conciencia?

Anselm Jappe, especialista en Guy Debord, profesor en la Academia de Bellas Artes de Sassari en Italia y autor en particular de La sociedad autófaga y Las aventuras de la mercancía se pregunta si la crisis del coronavirus pondrá profundamente en cuestión la sociedad capitalista mundial.


¿La crisis del coronavirus sonará como el tañido fúnebre del capitalismo, conllevará el fin de la sociedad industrial y consumista? Algunos lo temen, otros lo aguardan. Es demasiado pronto para decirlo. El «restablecimiento» económico y social podrá terminar siendo, bajo otros aspectos, aún más difícil que el momento de la epidemia.

Lo cierto es que estamos viviendo, al menos en Europa, lo que, desde 1945, se acerca más a un «colapso» –este colapso evocado tantas veces en el cine y en la llamada literatura «postapocalíptica», pero también por la crítica radical de la sociedad capitalista e industrial–.

Sin embargo, la gravedad de esta crisis en la sociedad capitalista mundial no es la consecuencia directa y proporcionada de la magnitud de la enfermedad. Es más bien la consecuencia de la fragilidad extrema de esta sociedad y un indicador de su estado real. La economía capitalista está loca desde sus propios cimientos – y no sólo en su versión neoliberal–. Su única finalidad es multiplicar el valor creado por la mera cantidad del trabajo («trabajo abstracto» lo llama Marx) y representado en el dinero, sin tener consideración por las necesidades y deseos reales de los seres humanos y por los efectos en la naturaleza.

Durante más de dos siglos, el capitalismo industrial ha devastado el mundo. Está minado por contradicciones internas de las cuales, la primera, es el uso de tecnologías que, al reemplazar a los trabajadores, aumentan las ganancias en lo inmediato, pero agotan la fuente última de toda ganancia: la explotación de la fuerza de trabajo. Desde hace cincuenta años, el capitalismo sobrevive esencialmente gracias al endeudamiento que ha alcanzado dimensiones astronómicas. Las finanzas no son la causa de la crisis del capitalismo, por el contrario, le ayudan a esconder su falta de rentabilidad real –a expensas de construir un castillo de naipes cada vez más tambaleante–. Uno podría entonces preguntarse si el colapso de este castillo sucedería por causas «económicas», como en 2008, o más bien ecológicas.

Con la epidemia, un inesperado factor de crisis ha aparecido; lo esencial, sin embargo, no es el virus, sino la sociedad que lo acoge.

Ya sea por la insuficiencia de las estructuras dedicadas a la salud afectadas por los recortes presupuestarios o por el rol de la industrialización de la agricultura en la génesis de nuevos virus de origen animal, o que se trate del increíble darwinismo social que propone (y no solo en los países anglosajones) sacrificar a los «inútiles» por el bien de la economía, o el interés de los Estados por desplegar su poderío militar para el control: el virus arroja una cruel luz sobre los sombríos rincones y resquicios de la sociedad.

En todas partes también, los efectos del virus muestran hasta qué punto la situación de la clase privilegiada que constituye la burguesía mundial será menos grave que la de los millones de habitantes de barrios marginales de los Estados fallidos, de las periferias o de las clases más pobres abandonadas a su suerte en los centros capitalistas. ¿Fomentará también una moderación colectiva? Nadie lo sabe. Sin embargo, varias personas ya están experimentando que hay muchas cosas de las que se puede prescindir sin perder nada esencial. Menos trabajo, menos consumo, menos viajes frenéticos, menos contaminación, menos ruido… ¡Esperemos quedarnos con lo positivo de esta crisis! En estos días, se oyen muchas declaraciones razonables en todos los ámbitos. Veremos si son similares a las resoluciones del Capitán Haddock* cuando promete dejar de beber whisky si sale del peligro en que se encuentra.

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* Uno de los personajes principales de la serie de historietas belga Las aventuras de Tintín [NdT].

Traducción Grupo Pólemos: https://www.facebook.com/grupo.polemos/

Texto original: https://www.franceculture.fr/societe/anselm-japp-esperons-de-garder-ce-que-cette-crise-a-de-positif


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